Ramón
y Cajal. Horario de culto. En la
calle de Ramón y Cajal, 11 se encuentra la Iglesia
de la Orden Tercera de San Francisco o de los Capuchinos. Se construyó en 1619
por la Orden por cesión bienes de D. Octavio Centurión, marques de Monasterio.
Sus orígenes se remontaban al siglo XIII y era la única pieza de gótico puro que
existía en Salamanca. Se volvió a reconstruir en 1746, en el reinado de Felipe
V, concluyéndose en 1756, en el reinado de Fernando VI, según reza en su
portada.
El apodo de Real le viene por el apoyo dado por la Casa
de Trastamara que dejo al concento una renta anual para la creación de un
estudio de Teología .De aquel estudio salieron varios maestros y doctores de la
Universidad. Su fundación se remonta a 1231 y el encargado de ponerlo en marcha
fue un discípulo franciscano llamado Bernardo de Quintanaval. Según cita Jaime
Pinilla en su obra “El arte en los monasterios y conventos despoblados de la
provincia de Salamanca” en esa fecha ocuparon la antigua ermita
de san Hilario. Una de sus
capillas, la de santa catalina también tenía su propia renta, concedida
por la familia Herrera y que después donarían los Conde de Benavente. Su
portada era barroca y el claustro de estilo plateresco. Se levantó en el siglo
XVII y contaba con medallones y columnas, tras la destrucción del convento en
la guerra de la Independencia, las columnas se llevaron a las Siervas de San José.
Actualmente quedan en pies dos de las capillas de la cabecera.
Obra de Andrés García de Quiñones, a mediados del siglo
XVII, que trabajaba por entonces en la
construcción de la Plaza Mayor y de Simón Gavilán Tome, que ejecuto los retablos pétreos; y Sande y
Topete pinta sobre el coro alto, una escena en la que San Francisco procede a
la fundación de un templo. Se le añade una nueva fachada de dos cuerpos con
columnas, un medallón con el escudo de la orden y las tallas, a tamaño natural
de San Francisco y la Purísima. En el siglo XVIII se incorpora la capilla de santa
catalina la anterior
amenazaba ruina, En el siglo XIX se destruye el edificio..
El templo consta
de una nave con hornacinas poco profundas, donde están colocados los curiosos
retablos de piedra y capilla mayor ochavada.
La portada es de un barroco muy elegante, conteniendo columnas estriadas y
anillas o bocelones a su alrededor, lo que indica una época avanzada. La puerta
de acceso, con molduras formando curvas, contra curvas y semicírculos y
conteniendo en su interior abundante decoración y escudos, tiene encima un rico
entablamento saliente, sobre el que hay una hornacina que guarda la imagen del
rey Fernando III el Santo (patrono de la Orden Tercera de San Francisco) y a
los costados de esta salientes mascarones con figuras femeninas. Remata esta
portada un frontón partido y el escudo de la Orden.
En el interior los recargadísimos altares churriguerescos
tramiten una grata impresión de unidad. Los sietes retablos son de piedra,
labrados en el mismo muro, situándose tres en cada lateral y uno en la cabecera
En el retablo mayor se encuentra una talla del Cristo de la Agonía, obra hecha
en madera de nogal por el escultor abulense Bernardo Pérez de Robles, terciario
franciscano, en 1.671. Aun se puede observar restos de la policromía que cubría
la cara interior de los arcos. Este color en principio rojo y azul, se aplica
para decorar los arcos después de que González de Herrera mariscal de Castilla,
corriese con los gastos de la reconstrucción de la capilla.
La iglesia, está dedicada a San Fernando; fue construida
en el solar donde se alzaba uno de los conjuntos monumentales más importante de
Salamanca, con edificaciones como el Convento de San Francisco el Real,, había sido fundado en 1.231 por el
infante D. Fabrique, era una iglesia muy grande, de tres naves con cinco tramos
de bóveda, un crucero cuyos arcos achaflanados surgían sobre grupos de a tres
columnas y sus bóvedas eran de tercelete y combados arrancados estos últimos en
cabezas humanas sobre las claves de los arcos.
La Iglesia románica de San Simón y San Judas, el Monasterio cisterciense
de San Antonio y la Iglesia románica de Santa María la Nueva, denominada así tras
la restauración de la Iglesia de Santa María de los Caballeros.
En la
actualidad se conservan restos del Convento de San Francisco el Real, fundado
en 1.231 por fray Bernardo de Quintaval, discípulo de San Francisco de Asís, en
el claustro de la actual Iglesia de los Capuchinos. Sus obras se debieron
comenzar en 1.241 bajo la protección de don Fabrique, que se hizo enterrar en
su capilla mayor. Fue uno de los conventos franciscanos más importantes de
España, siendo panteón de miembros de la familia real, extendiéndose por toda
la manzana limitada por las calles de Ramón y Cajal con el Campo de San
Francisco, que fue su huerta, Fonseca, Peñuelas de San Blas y calle Ancha.
Los restos que en la actualidad se conservan
de este Convento en el claustro de la Iglesia de los Capuchinos, son el ábside
central y el meridional, es decir dos de las tres capillas que integraban la
cabecera del templo, habiendo desaparecido la del lado del Evangelio cuando se edificó
la actual Capilla de la Orden Tercera. LA IGLESIA DE SAN
ROMAN levantada por los
bregancianos en el año 1.159 estaba situada en la plazuela que lleva su nombre.
La doble galería plateresca del siglo XVI que se abre a esta plazuela pertenece
al convento de San Francisco y se trajo a su actual emplazamiento de las
Siervas de San José (antes Hospital General y después Escuela de Medicina) a
raíz de la destrucción de San Francisco el Real
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