Durante el siglo XIV se abre para Salamanca otro periodo
de crisis, ya que la peste de 1.348 asolo gran parte de los territorios de los
reinos hispánicos, en la ciudad los enfrentamientos entre los distintos bandos
mobiliarios no ayudaron. Poniéndose de
manifiesto en la creación de dos bandos que tomaron como insignia las dos
parroquias en torno a las que se aglutinaron: la de Santo Tome y la de San
Benito.
Las rivalidades
entre ambos bandos dieron lugar a la sangrienta historia de doña María de
Monroy, cuyos hijos, pertenecientes al banco «tomasino», fueron asesinados por los hermanos Manzano, del bando «benitino». Huidos a Portugal tras su
crimen, fueron perseguidos por la propia doña María, ya que era viuda. Dio con
ellos en Viseu (Portugal) y allí mismo los corto la cabeza que llevaría a Salamanca, para
depositarlas en señal de venganza, sobre las tumbos de sus hijos en la
parroquia de Santo Tome. Por este hecho la historia le puso el sobrenombre de «María la Brava».
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