Santa Clara esquina a Lucero. De lunes a viernes de 11
a13 y 17 a 19 Sábados de 10 a 13 y Domingos cerrado.
El real convento de Santa Clara más conocido por Las Claras o Clarisas acoge a monjas franciscanas de la regla
de Santa Clara, en régimen de clausura , se puede decir que es una fundación
que data de 1240-50 siendo el primer documento de 1.238 y que constituye un
claro ejemplo de esfuerzo, técnica y perfeccionamiento de la labor creativa
desarrollada por el hombre, premio Europa Nostra 1989 de restauración
monumental, concedido a los arquitectos Pio García-Escudero y Enrique Nuere
Matauco , dispone de una serie de características que lo sitúan entre los más
sobresaliente del legado cultural de la ciudad. Hacia 1.413 se produjo un gran
incendio que destruyó gran parte del convento, conservándose interesantes restos,
entre los que destacan los murales del coro, la portada de la iglesia y las
ventanas góticas que son testimonio de ese pasado. Se sumó una nueva
reconstrucción, de cuya época datan las techumbres mudéjares, hoy visibles
sobre la bóveda barroca que en siglo XVIII se construyó bajo las anteriores techumbres.
Fundado por un
grupo de viudas y huérfanas de caballeros y nobles, inicialmente se denominó
convento de Santa Clara y estuvo acogido a las normas de la orden benedictina,
hasta que en 1245 paso a regirse por la Orden de San Francisco. Situado en un
edificio que aún conserva restos de la construcción original del siglo XIII,
fundamentalmente lo que se puede admirar son aquellos elementos fruto de la
transformación experimentada en el siglo XVIII, además de aquellos otros que
tuvieron lugar con la reedificación experimentada a finales del siglo XV y
principios del XVI tras el incendio producido a principios del XV. La obra de
la iglesia es de calidad, consta de una sola nave con bóveda de lunetos
decorada con recargados estucos dorados que algunos atribuyen a Alberto de
Churriguera.
En la parte
exterior de la iglesia solo se conserva la construcción gótica y otros
vestigios, como pueden ser la puerta, donde un arco apuntado de piedra
enmarcado por su sencillo alfiz se corona con una hornacina donde se guarda la
estatua pétrea del siglo XVI de Santa Clara. El proyecto de la fachada es obra
de Andrés García de Quiñones, que en los años 1757 y 1780 realizaban estos
trabajos en unión de Simón Gavilán Tome y Jerónimo García de Quiñones,
recibieron ayuda de Felipe V, por medio de un impuesto que durante algún tiempo
sirvió para realizarla. El ala norte que tiene su entrada por la calle de Santa
Clara, está ocupada por la iglesia y los coros alto y bajo y forma un conjunto
de extraordinario interés. La sobre bóveda de la iglesia se puede visitar
gracias a un sistema de pasarelas y puentes que hacen accesible el espacio
comprendido entre ambas bóvedas. La conservación de dicha sobre bóveda se deba
a la restauración que tuvo lugar en 1701 a cargo de Joaquín de Churriguera, que
decidió rebajar la altura de la actual iglesia y construir una falsa bóveda de
luceros bajo la existente.
Se ha conservado
de la anterior iglesia un artesonado morisco decorado con cenefas policromadas,
florones dorados, figurillas y escudos de Castilla y León, junto con blasones
de la nobleza salmantina. Es de destacar la restauración realizada en el coro
bajo, es una estancia de 28,40 metros de largo por 9,60 de ancho, de estilo
renacentista fruto de la remodelación que en 1976 descubrió indicios de frescos
murales bajo la cal existente. Realizando pequeñas catas se observó que dichas
pinturas cubrían una superficie muy extensa de los muros de la sala, que se
encontraba cubierta por una bóveda de ladrillo realizada en 1747, que ocultaba
los arcos de piedra, medallones y techo de madera. Tanto la bóveda como los
muros estaban encalados, por lo que se supone que fue una medida higiénica
adoptada, posiblemente durante una epidemia de cólera. Tiene dos
claustros.
Tras el descubrimiento total de las pinturas se comprobó
la existencia de una colección de gran importancia, que lo es por su variedad
en el tiempo y por su cantidad, cerca de 140 m2, la mayoría son de estilo
franco-gótico lineal como se llamó en Castilla, que conservan bastantes rasgos
del románico y hay que ubicarlas cronológicamente entre las realizadas en 1262
por Antón Sánchez de Segovia en la Capilla de San Martín (o del Aceite) de la
Catedral Vieja y las salidas en 1350 de los pinceles de Teresa Diez para
decorar las paredes del Convento de Santa Clara en Toro, en menor cantidad
aparecen otras del gótico internacional de fines del siglo XIV o principio del
XV anteriores a 1430 en ambos casos su entonación está en línea con las
descubiertas en 1967 en la cabecera triabsidal del templo de San Marcos. Se
descubrieron varias series superpuestas del siglo XIV y principios del XV, otra
de oleos de influencia flamenca, de finales del siglo XV o principios de XVI,
una hornacina o capilla del siglo XVIII, un tapiz sobre un relicario también
del XVIII y finalmente una serie de motivos geométricos que podrían datar del
siglo XIII, los más antiguos de dicho conjunto, siendo la continuación de la
nave del templo conventual, aparece cubierto por una techumbre plana de madera
de mediados del siglo XVI , la techumbre y paredes de la sala se dividen en
seis tramos, mediante escarzanos arcos(arcos rebajados que corresponden a un
ángulo de 60º) fajones de la misma época, que apean sobre cinco pares de
pilastras semi-hexagonales de fuste cajeado en el frente y en los laterales,
pilastras cuyos capiteles renacentistas ofrecen relieves alegóricos y otros
motivos muy variados que se alternan entre sí, semejante a los existentes en el
claustro de Las Dueñas, ornamentan las enjutas de estos arcos, por ambas caras,
estupendos medallones de piedra de gran tamaño, finamente labrados con bustos
de santos y santas, que a veces son mártires o abades y obispos; esta colección
compuesta por 20 medallones, sorprende por su expendida conservación.
El claustro la única zona abierta a las visitas y más antigua que las
restantes, se cubre con magnifico artesonado plano o alfarje, mudéjar del siglo
XVI policromado, conforme castones con adornos moriscos y follajería gótica
sobre estrellas de ocho puntas. La parte lindera con el patio claustral se
sustenta sobre seis pequeñas columnas románicas de aire visigótico o muzárabe,
que tienen por capiteles estípites de sección cuadrangular, correspondientes al
pórtico del mismo estilo, que ocupando este mismo emplazamiento pertenecieron a
la primitiva ermita de Santa María origen del actual convento. Junto al acceso
por la calle Lucero subsisten restos de la primitiva iglesia románica de San Román.
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