La leyenda cuenta que el día de Santa Marina, virgen que vivió disfrazada, los bejaranos que estaban escondidos en El Castañar se reunieron en la finca conocida como La Centena para celebrar una misa, tras la cual, y quizás inspirados en la santa, recubrieron sus ropas con el musgo que crecía en las rocas del lugar y, al amanecer, se dirigieron hasta la fortaleza musulmana parapetados tras su camuflaje, con el que consiguieron reconquistar la ciudad.
La procesión del Corpus fue instituida en 1263 por el papa Urbano IV. Los inicios de la tradición en Béjar están fechados en 1397. A la llegada de la procesión a la plaza, el regidor rendía el estandarte. Actualmente, este papel es representado por los concejales de la Corporación municipal.
La procesión del Corpus Christi es la más solemne de todas las procesiones que se celebran en Béjar, junto con la de la Virgen del Castañar que, sin duda, es la más popular y la que mayor número de fieles congrega.
Esta se celebra el domingo después del jueves de Corpus y en ella se recuerdan dos de las tradiciones mas notorias. La primera de ellas es la leyenda de los Hombres de Musgo, que data de mediados del siglo XII y ha sido transmitida de padres a hijos hasta nuestros días. La misma cuenta, sin demasiada precisión, que estando Béjar bajo el poder musulmán y en tiempos de Alfonso VII de Castilla, durante la reconquista Béjar volvió a manos de lo cristianos.
"Al venir el día, los centinelas abrieron la puertas de las murallas por donde entraron los cristianos. Los moros creyeron que eran alimañas o monstruos y salieron corriendo. Al darse cuenta que no lo eran, gritaron ¡traición, traición!", según cuenta la tradición oral bejarana, recogida con posterioridad por los historiadores municipales.
Desde ese día, la puerta por la cual se introdujeron los cristianos y reconquistaron Béjar se le dio el nombre de Puerta de la traición. Otras versiones afirman que los hechos sucedieron un 17 de junio, que coincide con Santa Marina, en honor de la cual se construyó una ermita en la finca de La Centena. Los cristianos se apoderaron de la ciudad expulsando a los musulmanes. Desde entonces, el pueblo de Béjar recordó la hazaña año tras año hasta que en el siglo XIV se fundió esta celebración con la del Corpus Christi.
La otra tradición pagana que recuerda la fiesta religiosa es la de recubrir la calles con tomillo haciendo una auténtica alfombra por donde pasa la procesión, quedando todo este tomillo bendecido al paso del Santísimo. Posteriormente, las gentes lo recogían por la creencia de que este ahuyentaba los rayos de las tormentas.
En la actualidad, el tomillo es retirado por los servicios municipales de limpieza.
Espectáculo
Los pormenores de la fiesta del Corpus en nuestra ciudad, y especialmente en los de la procesión, se recogen en el estudio realizado por Alejandro López Álvarez, que se publicó en 1996.
Gracias a su investigación, conocemos el fundamento ideológico de la fiesta, cuyos orígenes se remontan al final de la Edad Media y cuyo desarrollo ha estado marcado por su relación con la Casa Ducal. El carácter de escaparate político que tuvo mientras el poder ducal controlaba las riendas de la sociedad bejarana decayó en cierta manera al desaparecer la influencia de la nobleza en la ciudad, adquiriendo protagonismo los elementos religiosos.
Así, a lo largo del siglo XX, y de forma muy notable durante la dictadura de Franco, la ideología dominante estaba supeditada a la exaltación de los valores de la contrarreforma trentina. La Abadía del Santísimo Sacramento, cofradía heredera de la Esclavitud del Santísimo Sacramento fundada en Béjar en 1616, era la encargada de organizar los eventos. Con la llegada de la democracia se inicia una evolución en las actitudes de los ciudadanos que ven en la participación una vía de compartir protagonismo.
En la última década del siglo XX, aspectos como la participación activa de las mujeres, el intento de incorporación de colectivos no religiosos o la declaración como fiesta de Interés Cultural en 1998, han modificado los contenidos originales. Vuelve a recuperar el carácter de espectáculo para una sociedad que se autorrepresenta, se publicita y se manifiesta en todo su esplendor.
El protocolo de la procesión
En la procesión se puede ver, sobre la alfombra de tomillo, a la reliquia del Santísimo acompañada de todos los niños que han tomado la comunión en la ciudad y de una representación de las banderas o insignias de las distintas cofradías. Junto con la comitiva municipal desfilan los alguaciles, los Hombres de Musgo y la banda municipal.
En la llegada a la Plaza Mayor , los distintos representantes de cada una de las cofradías hacen bailar sus banderas ante el Santísimo y ante todo el pueblo de Béjar. Cuenta la tradición más reciente que antiguas discrepancias entre la Iglesia y los representantes civiles impedían la asistencia de éstos últimos a misa, encontrándose las dos comitivas a medio camino, algo que en la actualidad ha dejado de hacerse.
Peculiaridades que marcan la singularidad
En muchos puntos de la geografía española se dan casos de reconquistas en las cuales existen los hombres vestidos con pieles o ramas. Pero la particularidad de Béjar es que sólo ella ha mantenido viva la tradición, recreándola junto a la procesión del Corpus.
Otro de los aspectos que contribuyen a enriquecer la leyenda son las murallas, que datan del siglo XI y pueden constituirse en todo un escenario natural, si llega a desarrollarse el proyecto de la escenificación de la tradición. Están fechadas justo en la época en la que Castilla estuvo bajo dominación árabe. Fueron ampliadas en el siglo XII, durante el reinado de Alfonso VIII. En los últimos tiempos, salvo por esporádicas limpiezas y su iluminación, este reclamo no es promovido lo suficiente como atractivo turístico.
El Hombre de Musgo se ha convertido en una insignia del turismo bejarano y no hay feria que se precie y a la que asista representada la ciudad a la que no acuda al menos uno de estos portadores del musgo, con el fin de promocionar por medio del atuendo la ciudad.
En la actualidad, se cifra en al menos 30 las personas que forman la lista de espera para portar el traje, con lo que la salida de la procesión y el mantenimiento de la tradición se asegura para los años futuros.
La procesión del Corpus sale siempre con el tradicional sonido de campanas de la iglesia de Santa María.
Una costumbre relativamente reciente es la del lanzamiento de pétalos de rosas.
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